domingo, 23 de diciembre de 2012

Cruz del Carmen-Las Carboneras-Cruz del Carmen


Dificultad: Fácil - Media .
Duración: 3 horas.
(paseo y con un descanso para comer)
Trayecto: 5,5 kilómetros aprox.
Recorrido: de ida y vuelta.
Señalizado: si.


Salimos a las 8 y cuarto y atravesamos La Laguna pasado las Canteras y las Mercedes llegamos a la Cruz del Carmen, el inicio de nuestro sendero, perfectamente identificable por una amplia zona para aparcar, un espectacular mirador para abrir boca, donde los guiris hacen fotos, un centro de visitantes e incluso un bar-restaurante al que le echamos el ojo para la vuelta, también destaca una ermita, la de Nuestra Señora del Carmen. Un punto de partida muy completito.











Iniciamos la marcha por el sendero que sale a la derecha del restaurante bajando unas escaleritas de piedra y señalizado con sus dos rayas blancas y amarillas, no entendemos bien que significan pero enseguida deducimos que hay que seguirlas y que cuando se nos muestran en forma de cruz no vamos por el camino correcto, es fácil seguir el camino ya que, además, de vez en cuando encontramos señales de dirección con los kilómetros a distintos lugares, decidimos que para otra vez seguiremos más allá de nuestro destino de hoy (nos hemos marcado algo fácil hoy para empezar) y por otros senderos, como puede ser el que sale por la izquierda del restaurante.













El camino comienza por lo que yo llamé el bosque oscuro, una zona de tierra compacta a través de una densa  masa de fayas y brezos y otras especies similares propias de la laurisilva. Enseguida nos hacemos con un palo para ayudarnos en la travesía, aunque el mío lo desecho pronto porque no me es muy de utilidad, a mi hijo le viene de perillas el que ha cogido y lo usa todo el trayecto, de hecho se lo lleva para futuros senderos, mi mujer y yo nos los apuntamos para la lista de la compra. 












Continuamos por una leve pendiente donde el camino se va estrechando, siempre tomando los desvíos a la derecha hasta lo que llaman las pista de Las Hiedras, oímos el sonido de una fuente (que por lo visto es de agua potable) y nos damos cuenta como ha cambiado el paisaje siendo todo mucho más amplio y abierto (hemos salido de repente al bosque de Lórien), se ven casas de vez en cuando y cosechas de algo parecido a acelgas, hay incluso gente recogiéndolas.






















Hay un pequeño tramo de carretera (unos 200 metros), que no nos gusta mucho y, tras rebasar el Caserío de La Cordillera, hay un pequeño tramo de escaleras que baja en zigzag hasta que llegamos a un desvío, allí nos cruzamos con un hombre que está bajando, suponemos que desde las Carboneras sacos de millo para dar de comer a las cabras, me cuenta un poco su vida, muy simpático y amigable él, pero como va en dirección contraria nos despedimos enseguida. En el desvío vamos por la derecha bajando por un camino de cabras pegados a la ladera de un monte por un lado y barranco por el otro por el que llegamos a las Carboneras, este es el único tramo que conlleva un mínimo de dificultad por su estrechez, sin tampoco llegar a ser en ningún momento difícil.





El pueblo es muy tranquilo y, al lado de una pequeña cancha de baloncesto, decidimos parar a tomar algo sentados en unos escalones, el silencio solo es roto por un coche que pasa y por las cabras a las que no conseguimos ver. Regresamos con la barriga llena y ánimos renovados y un trayecto que debería costarnos más de llevar a cabo (de vuelta y en subida) se nos hace mucho más corto que la ida, disfrutándolo igualmente y hasta llegar a la zona inicial, eso sí un poco cortos de agua, por lo que decidimos saciar nuestra sed en el bar antes de regresar a casa, la próxima vez llevar más agua.